Nuestro organismo está en continua transformación. Desde que somos niños hasta que alcanzamos la vejez, suceden numerosos cambios en nuestro interior que influyen en nuestra salud y bienestar.
Y es concretamente durante la adolescencia, con los cambios hormonales dirigiendo numerosas transformaciones en nuestro cuerpo, y en la última etapa de la edad adulta, cuando más tendríamos que cuidarnos. Sin embargo, son los jóvenes y los ancianos los que menos acuden al dentista.
Los motivos de este comportamiento son numerosos. En la mayoría de los casos, que los adolescentes no vayan al dentista se debe a una falta de costumbre. Si desde la infancia no nos inculcan la necesidad de cuidar nuestra salud oral, tanto en casa como visitando al especialista de manera periódica, cuando alcancemos la pubertad, continuaremos con las malas prácticas, aumentando el riesgo de padecer caries, gingivitis y otras infecciones.
Durante la vejez sucede algo similar. Muchas personas mayores no han acudido nunca al dentista, bien porque nunca han sufrido molestias en su boca y por ello entienden que no necesitan visitar al especialista, o por miedo. El desconocimiento a los tratamientos, el temor a que estos sean dolorosos, un trauma de la infancia que nos recuerde el olor de la clínica, o el propio aspecto de las agujas y demás material utilizado por los dentistas, son otros de los motivos por los que los adultos evitan pisar la consulta del odontólogo.
La dejadez o pensar que sus problemas orales no tienen solución, también influyen en la decisión de acudir o no a la clínica dental. El resultado en cualquiera de los casos, es el mismo: la pérdida de la calidad de vida, no prevenir complicaciones en la funcionalidad de la boca, o no disfrutar de una buena estética.
¿Cuándo debemos acudir al dentista?
Muy lejos de lo que opinan muchos padres, la primera visita al dentista, en este caso al odontopediatra, se lleve a cabo al cumplir el año. Luego las revisiones serán semestrales.
Los niños pueden presentar caries, afecciones periodontales o una mala alineación de los dientes producida por alteraciones del crecimiento incluso antes de tener sus dientes definitivos.
Por ello es importante realizar la primera visita aún con los dientes de leche y así evitar posibles complicación.
Además, esta práctica ayuda a inculcar a los más pequeños la importancia de cuidar la higiene bucal.
Los dientes de los jóvenes son más fuertes que los de los niños, pero durante la adolescencia es cuando las muelas del juicio comienzan a pronunciarse. Sin embargo no hay una edad concreta en la que salgan las muelas del juicio, por ello es importante tener un seguimiento profesional personalizado.
Lo cierto que debemos acudir al dentista al menos cada seis meses para que revisen la boca y nuestros dientes se mantengan intactos. Mucha gente no es consciente de la importancia de cumplir con esas revisiones semestrales y, erróneamente, solo acuden al especialista cuando sienten dolor. Es quizás en ese momento cuando ya se ha producido un problema que se podría haber evitado con revisiones periódicas.
Al igual que sucede con otras partes de nuestro cuerpo, con el paso de los años la calidad del esmalte, los huesos, las encías y la boca en general, puede deteriorarse. Es por ello que durante la edad adulta y la vejez se padezcan mayores complicaciones, incluyendo la pérdida de los dientes.
Un correcto cuidado de la higiene y seguimiento del especialista a lo largo de nuestra vida, nos ayudará a mantener una fuerte salud oral, a mejorar nuestra estética dental y a recibir tratamientos y técncias de cepillado específicas para tu boca.